"ahí va el 9", dice Bertín señalando un cuadrito, nada más ver en el periódico del bar el sudoku ante el que llevábamos cavilando infructuosamente Nito y yo el ratito que tardaban en traernos las cañas.
- ¡qué hijoputa! - dije yo
- ¿Y eso pórque? - dijo Nito, pronunciando así acentuado, como desafiando a tan luminosa intuición a que se encarnara en cadena lógica acorde a las reglas del pasatiempo:
- Sí - dice Bertín - porque de las tres columnas que pasan por este bloque, dos tienen sendos nueves en otros bloques, y la restante, dentro del bloque en cuestion, tiene ya dos números 5 y 7 como dato. Se vé rápido.
A mí me sorprendió que esos dos conceptos "intuición" y "lógica", habitualmente de significados contrapuestos, fuesen dos caras de la misma moneda. Pero más que esta aparente paradoja lógica-intuición me sorprendió lo siguiente de la historia:
La destreza en el sudoku de Bertín, lo hizo aparecer ante nuestros inexpertos ojos como marciano, hablando un idioma extraño que le dificultaba la socialización en el microgrupo de los dos que teníamos el periódico, y lo manifestamos medio en broma motejándolo de exotérico friki:
- Pues sí,¡qué cabrón! - dijimos con un significado anfótero, como el de "qué chulo" (por cierto, esto manifiesta un curioso nexo semántico entre los significado de los dos epítetos "chulo" y "cabrón", sinónimos de "cafiche")
El caso es que Bertín deshizo esta jocosa disrupción microsocial recalificando su destreza:
- Es que he hecho muchos: uno cada día, el del "extremadura"
Y esto es lo que más me sorprendió, que a los ya contrapuestos "lógica"-"intuición" añadiese una tercera pata "experiencia", que me parecía tan opuesta a "lógica"(por ser esta independiente de la experiencia: ya sea previa a cualquier mundo posible, ya como destilado abstracta de todos ellos) como a "intuición"(por ser esta lo insólito, lo que no viene por el cauce tranquilo de los hábitos).
Me quedé oscilando, entre el pasmo por esta triple paradoja manifestada en Bertín, y lo amargo del aliño de las aceitunas del aperitivo. Cuando ya remitió este pasmo, y la cerveza atemperó el humor de desafío y reto que tuvo el lance de "el 9 va ahí", pude reflexionar algo sobre el complejo experiencia-lógica-intuición. No creo que sea importante la distinta velocidad a la que aparentemente funcionan. Más bien creo que son formatos distintos porque a Bertín le costó formular en palabras su intuición: Vimos como, bajo la demanda de que se explicase, se preguntaba a sí mismo, concretamente a su dedo, que seguía las columnas y los cruces mientras subvocalizaba, y decía un poco de "uuu" y "mmm", como el ruido blanco que se oye y se ve en una televisión sintonizada en un canal vacio, o los muñequitos uniformemente distribuidos en el espacio ASCII que se ven cuando abres con un editor de texto un archivo comprimido.
Cuando estuvo listo el cambio de formato, soltó la parrafada anterior. Creo que presenciamos la "traducción" de una modalidad cognitiva sensorial a otra verbal, y que a Nito y a mi nos parecía intuición porque no sabíamos mover las manos como Bertín (o el dispositivo perceptor que sea que use él para hacer sudoku; si no las manos, será visual: habrá que someterlo a estudios, haciendo sudokus dentro de un TAC). Así que me parece que aunque las percepciones y las acciones sigan una lógica interna, esta está encapsulada y no es directamente accesible sin cambio de formato, dando impresion de intuición. Y que estas estructuras encapsuladas que facilitan las tareas complejas (como una "orientacion a objetos" mental) se construyen poco a poco practicando, con la experiencia. Digo yo.
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